El auge del Lindy ha hecho que, cada vez, haya más y más bailarines en pista y que todos los escenarios de baile se estén quedando pequeños. Esto ocasiona más de una incomodidad y, desgraciadamente, numerosos pisotones, zancadillas, patadas y golpes, sin mala intención, entre bailarines. Hay una técnica de baile, Floorcraft, para que los bailarines sepan desplazarse por la pista, evitando choques, adaptando los pasos y bailando, siempre que sea posible, a pesar de los obstáculos que puedan encontrar.
Aun así, es complicado evitar todos y cada uno de esos posibles encontronazos, pero lo que sí debería ser de obligado cumplimiento, para cada uno de nosotros, es pedir disculpas a quién podamos haber pisado o dado algún golpe. Es algo que no cuesta ningún trabajo y signo de un mínimo de educación. Y si el percance ha sido algo más grave que un simple golpe, ya que en más de una ocasión se pueden producir lesiones, interesarse por la otra persona.
Esto no es algo nuevo, siempre ha pasado, ni exclusivo de las nuevas hornadas de hoppers, también se da entre los que llevan más tiempo, pero sí es más frecuente ahora por lo que comentaba más arriba, la masificación de las pistas. Todos deberíamos poner de nuestra parte, me cuesta creer que uno no es consciente de cuando pisa o da un golpe a alguien, por lo que en cuanto nos demos cuenta de ello, girarnos y pedir disculpas, aunque solo sea gestualmente, creo que no cuesta ningún trabajo y la otra persona lo agradecerá.
Así que ya sabéis, si pisáis o golpeáis a algún compañero de baile, una disculpa nunca está de más.
Un comentario sobre “Una disculpa nunca está de más”