La importancia de la música para bailar

Decir que la música es imprescindible para poder bailar es algo poco menos que discutible, pero que no toda la música sirve para nuestros bailes sociales, tampoco debería serlo. Cuantas buenas fiestas, jams o festivales se han echado a perder por no tener una música cuidada o ajustada a los bailarines, tanto por ritmo como por tiempos.

Y con esto no quiero decir que la música sea de mala calidad, ni mucho menos. He asistido a algún festival con bandas en directo que sonaban de maravilla, pero con temas no aptos para el baile: canciones de 6, 7 y 8 minutos con un ritmo desenfrenado, y más cuando son la norma y no la excepción en una actuación. Y si nos vamos al polo contrario, ritmos excesivamente lentos y, también, de larga duración, tampoco motivan demasiado a los bailarines.

Lo ideal, sería limitar la duración de las canciones por debajo de los cuatro minutos (y si me apuráis, que no exceda mucho de los tres minutos), aunque siempre se puede hacer alguna excepción con algún tema. Y tampoco se debería abusar, tanto de ritmos demasiado rápidos como demasiado lentos, aunque, por supuesto, no hay que dejarlos de lado.

Esto también es aplicable a las personas que pinchan, obviamente, su selección musical es de vital importancia para que una fiesta sea un éxito y los bailarines disfruten bailando. Y siempre será preferible que haya alguien pinchando o pendiente de los bailarines para elegir una música u otra según vea el ambiente que hay, que dejar pinchada una lista grabada de antemano.

En definitiva, que habría que diferenciar entre la música para escuchar y la música para bailar, aunque a veces no nos resulte fácil, y no deberíamos olvidarnos de valorar a aquellos músicos y DJ’s que piensan en nosotros y seleccionan con mimo y cuidado sus canciones.

2 comentarios sobre “La importancia de la música para bailar

  1. Mirándolo desde otro punto de vista, es importante que la música transmita, que aporte interés, que no sea igual bailar con una banda en directo que con música grabada; solos, diferentes vueltas al tema, juegos entre los músicos aportan ese punto de interés. Ellos interpretan y no se aburren, varían los tempos entre canciones y nos transmiten su mejor energía, al fin y al cabo, están interpretando jazz y es lo que bailamos.
    Con las canciones largas es habitual escuchar, especialmente a bailarines principiantes y con rol de leader el «No sé qué hacer»: no hagas nada, haz tus swing outs, o tus básicos escuchando la música y descubre a dónde te lleva eso. No te preocupes, tu follower no se va a aburrir y puede que te ayude a encontrar el groove de no hacer nada y disfrutarlo.
    O estás en un festival y las canciones largas te reducen drásticamente el número de personas diferentes con las que bailas, que al fin y al cabo, es un importante motivo para viajar a un festival. Precisamente, la costumbre actual de cambiar en cada canción, aminora ese efecto, aunque no del todo. Disfruta el momento, esa pieza larga con esa persona, con la que quizá no vuelvas a bailar.
    O «Es una canción muy rápida y yo no bailo balboa»; rápido no quiere decir enérgico, a toda mecha, dándolo todo; puedes bailar rápido y relajado, o bailar a doble tiempo, o aprovechar para descansar o charlar. A veces esas canciones las aprovechas mejor para echarte unos pasos de solo, tú solo o en un corro…
    O «es demasiado lenta»; mira´, la ocasión para practicar one step o two step, si ya lo has visto en clase o videos, que es una forma de bailar que estamos descubriendo; o slow lindy o slow balboa, o simplemente intentar bailar como si no tomaras clases. ¿Vienes del baile de salón? Prueba a swinguear lo que aprendiste allí, y lo mismo te sorprendes.
    Todo esto, claro está, es un punto de vista diferente, quizá alejado del común o hasta polémico. Pero qué sería del jazz y del blues sin call-response…

    1. Los músicos no son gramolas o aparatos que podamos regular a nuestro gusto y somos los bailarines quienes hemos de interpretar nuestro baile con la música que nos dan, con su carácter y su arte. No está de más hablar con ellos al contratarles y darles a conocer nuestros límites, para que los tengan en cuenta; es más, creo que es recomendable para tener todos una buena experiencia.
      Desde el punto de vista de la música pinchada, es otro mundo., quien pincha música para bailar, a mi modo de ver, no tiene excusa para no amoldarse al público y el lugar.
      Antes de llegar al sitio, al hacer la selección previa, considero importante tener en cuenta factores como: público principiante en su mayoría o una mezcla, si ha habido una clase previa y de qué estilo, suelo deslizante o no, aglomeración o espacio, calor o buena temperatura, exterior o una sala, solo bailarines o también escuchantes… y después, in situ, prestar mucha atención a lo que está sucediendo en la pista (o lo que no sucede). Pero eso, amigos, es harina de otro costal, más complicado si cabe.
      (Este post y el anterior no son anónimos; no sé cómo identificarme. Soy L.)

Replica a Anónimo Cancelar la respuesta